lunes, 7 de agosto de 2017

El comisario Arrigoni


Hoy vamos a leer a Darío Crapanzano, Milanés, licenciado en derecho y diplomado en arte dramático, dedicado siempre a la publicidad, no es si no hasta 2011 que escribe su primera novela policíaca, inspirado por George Simenon, al que es aficionado el autor y su personaje estrella, el comisario MARIO ARRIGONI, trasunto milanés de Maigret.

Se trata de un autor culto y conocedor del Milan de los 50 a la que describe de forma magistral, y no solo eso, también es un informador nato, cada dato que aporta en sus novelas tiene referencias anteriores y posteriores a los hechos que narra, saliéndose de la historia que cuenta. Son curiosas sus referencias constantes a Fausto Copi, famoso ciclista italiano de la época ganador varias veces del Giro, y a la aparición y posterior extensión de diversos electrodomésticos como símbolo de la Milan que se recupera poco a poco de la guerra, de la cual aún quedan señales en la ciudad, y que empieza a desarrollarse como la ciudad que es hoy, a modo de ejemplo en una de las novelas se inaugura La Rinascente, grandes almacenes cercanos a la catedral, con sus escaleras mecánicas que fascinan a la hija del comisario.

La serie del comisario Arrigoni consta de seis novelas, La bella del Chiaravalle, Il delitto di via Brera, Arrigoni e il caso di piazzale Loreto, Arrigoni e l'omicidio di via Vitruvio, Arrigoni e l'assassinio del prete bello, Il mistero della giovane infermiera. En todas ellas el protagonista se enfrenta a un homicidio, a cada cual más extraño y a la vez simple, tras sus explicaciones finales. En todas ellas hay unas líneas comunes, la comida, a la que es buen aficionado el comisario, sin dejar de lado el vino, tanto la que su mujer y su madre cocinan, como la que desista en los variados restaurantes de la ciudad, los dulces, a los que es aficionadísimo el comisario, las mujeres, de las que siempre hay un buen ejemplo, incluida la esposa del protagonista, Lucia, antigua modelo milanesa de la época y que mantiene a Arrigoni en la duda permanente sobre que habrá visto en el, cincuentón, entrado en kilos, bajo, con un bigote generoso y de aspecto no especialmente atractivo, las porteras, siempre ávidas de información pero a la vez fuentes inagotables de datos útiles y no a la investigación, y el tabaco, el sempiterno Toscano que sustituye a la pipa de Maigret, su ídolo.

La vida del comisario es rutinaria y en esa rutina reside su encanto, del trabajo a casa y de casa al trabajo, paseando o en tranvía por las calles del barrio, Corso Buenos Aires, Corso Venecia, Viale Tunisia, etc.... Se combinan días de trabajo en la comisaría de Porta Venecia con visitas a su madre, tardes de radio, lectura, música y Marsala con su mujer, fines de semana dedicados a su hija, cine, espectáculos, museos, etc..., y es sin embargo la cooperación entre estos dos mundos, el del trabajo y el de la familia donde encuentra, generalmente inspirado, cuando no iluminado, por su mujer, las respuestas a sus enigmas.

Acompañan al comisario el vicecomisario Mastrantonio, absolutamente de la vieja escuela y todo lo opuesto al comisario, rudo, impaciente, inoportuno, impulsivo, etc..., Di Pascuale y Giovine dos jóvenes policías que poco a poco van desarrollando en las novelas sus habilidades, aprendiendo, tanto del buen hacer del comisario como de las rudezas de Mastrantonio.

En suma, recomiendo la novelas del comisario Arrigoni, no solo por el relato policiaco si no por la forma de contar las historias que el autor tiene, el lenguaje de los personajes y la fantástica descripción de la ciudad y sus habitantes que hace Darío Crapanzano transportándonos a los años 50.

De lectura fácil se van en un suspiro, casi sin enterarse, se leen rápido y bien, yo como siempre digo, las he leído en italiano, donde se aprecia el distinto lenguaje usado por los policías y los investigados según su clase social, sus costumbres, sus formas de vivir, y a veces morir, no sé si traducidas se apreciará igual pero como no todo el mundo tiene esa posibilidad, creo que será igualmente satisfactoria su lectura.

Un abrazo a todos. 


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