martes, 3 de enero de 2012

RECUERDOS

Hace unas semanas me contacto a través de Facebook alguien que me reconoció en mi perfil, tras 34 años de haber salido de mi pueblo, y directamente se tiró al barro.
Primero sorpresa, luego frustración por no recordar tanto como creía que recordaba de mi infancia y por fin resignación, ya iré recordando. Y así ha sido, poco a poco he ido poniendo caras a los nombres, se ha ido levantando la neblina, incluso niebla, que ocultaba los recuerdos. Por fin recordaba cosas y momentos, venían a mi imágenes de mi infancia en compañía de mis amigos y compañeros de escuela, comencé a contar a mi mujer historias que creía olvidadas, sensaciones que a veces olvidamos que están ahí y nos sorprenden al volver de nuevo a la vida.
Pero hoy ha sido lo mejor, esta persona ha contactado conmigo telefónicamente y hemos estado hablando largo y tendido al menos 15 minutos contándonos nuestros recuerdos comunes. Ha sido un rejuvenecimiento, virtual eso si, inmediato y fugaz. De golpe las imágenes de las calles del pueblo han cobrado vida, los paseos entre la retama, escobas, al atardecer de la primavera y verano, los largos paseos hasta la escuela ir el campo, sin miedos ni riesgos absurdos, en suma la vida sana que cualquier chico de hoy necesitaría para ser de verdad completo en su desarrollo. No alcancé nunca a valorar todo lo que aprendí, sin darme apenas cuenta, esos días de infancia, cuando sin saberlo éramos libres porque éramos felices, y éramos felices porque teníamos todo lo que necesitábamos a mano. Digo bien, no necesitábamos móviles, motos, playstations, nintendos, chupas de marca, zapatillas súper guays, etc..., el campo, la calle, el aire, eran los requerimientos mínimos, y juntarnos mas de dos la mecha, a partir de ahí cualquier cosa.
Tengo en mente una historia que me ocurrió con unos familiares de mi edad que vinieron al pueblo a pasar un día, se habían criado en ciudad, no una ciudad como Madrid, sino como cualquiera de las llamadas ciudades de provincias de España, y al pasear por el campo vimos una cabra, una simple cabra a la que no le di la mas mínima importancia pero que suscito un vivo debate entre mis parientes: ¿era un ciervo o una vaca chica?.
Aprendimos a respetar la naturaleza porque vivíamos en contacto con ella, y conocíamos muchas de las cosas que hoy han de aprenderse en clase, de forma natural, casi sin querer y sobre todo estimulados por nuestra curiosidad natural, algo que parece ha desaparecido hoy día, salvo honrosas excepciones.
En fin una alegría de inicio de año.

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